domingo, 29 de diciembre de 2013

Urgencias, donde las emociones se ponen a prueba

 Hospital Nuestra Señora de Sonsoles
Urgencias. Una palabra que cuando llega a nuestro cerebro y este la identifica nos damos cuenta de que debemos estar alertas ante una situación extrema y en la que la vida y la muerte dependen de un hilo muy delgado que no debe romperse. Ese hilo al que denominaremos ‘’la vida’’ está en las manos de aquellas personas que visten un traje verde y que además les rodea una bata blanca. El médico, los enfermeros y el resto de miembros que hacen parte de urgencias deben estar preparados para situaciones complejas en las que se toman decisiones con rapidez pero de forma segura sin perjudicar al paciente ingresado. Para ello, el profesional de urgencias se encuentra capacitado con una serie de conocimientos y de habilidades técnicas que le permiten hacer frente cualquier caso.

Horarios interminables y de mucho desgaste físico y mental

El personal de urgencias, que se encarga las 24 horas, los 7 días de la semana y los 365 días del año no suelen tener una ‘’una vida arreglada como una persona normal’’, como lo afirma el Dr. Daniel Muñoz Álvarez, Jefe del Servicio de Urgencias Hospitalaria del Hospital Nuestra Señora de Sonsoles, ubicado en la provincia de Castilla y León y en concreto en Ávila. Muñoz, de 52 años de edad y con más de 22 años sirviendo a pacientes en la unidad de emergencias.

‘’Estamos acostumbrados a no tener horarios’’, reitera el Daniel al hablar de los horarios del personal que convive día a día en urgencias. El médico por lo general se degasta ya que si esta se encuentra de guardia debe de permanecer las 24 horas al servicio de los pacientes que ingresen en el hospital. Para Muñoz, esto es cuestión de ‘’adaptación’’ por parte del médico ya que se ha formado para ello durante 6 años.

Para la Dra. María Isabel Martiño, de 40 años de edad, y que desde pequeña sabía que lo suyo era ayudar a los demás, cuando se le pregunta de los horarios abre aquellos ojos marcados por el cansancio ‘’los horarios son los más malos’’. Martiño, opina que las guardias de 24 horas a veces no te permiten estar a 100% lo cual perjudica tanto al médico como al paciente. Estos turnos agotadores y en concreto los nocturnos ni con la experiencia de los años se logran controlar.

Virtudes del médico y del personal de urgencias

Para el Dr. Pedro Pascual, de 48 años de edad, la urgencia tiene tres principios ‘’curar cuando puedas, paliar cuando debas y consolar siempre’’. Lo afirma con un tono de seguridad en el que sigue creyendo que a pesar de la responsabilidad que tiene en su trabajo se encuentra motivado y optimista ante su profesión. ‘’Soy medico los 365 días del año y a todas horas’’, sostiene así el doctor especializado en urgencias y emergencias. Para Pascual es imprescindible que un médico pase por el aérea de urgencias ya que él separa la palabra médico de cualquier especialidad. ‘’Uno es médico y aparte es cardiólogo o oftalmólogo’’ por ello termina diciendo que ‘’si la gente se formara en urgencias seria médico.

Doctora Carmen Rodríguez 
Carmen Rodríguez, de 55 años, percibe de una manera diferente las virtudes que debe tener el médico de urgencias. Esta experimentada afirma que ‘’con las urgencias se ve la medicina desde otro punto de vista’’. Rodríguez, con más de 25 años en la profesión aclara que la urgencia es ‘’la parte más bonita de la medicina’’ ya que te encuentras con diferentes tipos de pacientes y patologías y que según ella ‘’nunca se deja de aprender’’.

Por otro lado, el doctor Muñoz afirma que ‘’Las virtudes que deben de tener un medico son la serenidad, la agilidad, ojo clínico, sentido común y sobre todo aguante’’. En un trabajo en donde no sabes con lo que te puedes encontrar cada día, el médico y el personal que le asiste debe estar coordinado y equilibrado durante el día y en la noche.

Por otro lado, para Carmen Rico, de 37 años de edad, enfermera de urgencias del Hospital Nuestra Señora de Sonsoles, la labor que debe tener una enfermo frente al paciente es de ‘’empatía’’ ya que los enfermeros por lo general suelen tener mayor comunicación con los enfermos que los mismos médicos ya que estos últimos deben de estudiar lo que le ocurre a otros pacientes. Es fundamental mantener con el paciente una comunicación, directa, abierta con el médico ya que el escuchar al otro permite tener una cercanía y puede llegar a generar un cambio de emociones negativas a emociones positivas. Las emociones positivas incrementan la mejora en los pacientes y la habilidad en el personal de urgencias de tomar buenas decisiones en los momentos decisivos.

Trabajar como médico de urgencias conlleva a llevar un riesgo emocional que muchas veces es difícil de controlar debido al estrés o la sensación de derrota en aquellos casos en los que se pierde un paciente.

Un día en urgencias

Un día en urgencias para el Dr. Miguel Ángel Magaña Remón es ‘’un día muy variado’’. Remón, de 62 años de edad, explica que la gente entra y sale constantemente es un espacio en que es limitado muchas veces y que en la mayoría de los hospitales hoy en día ya trabajan con un personal de seguridad en el aérea de urgencias debido a que muchos de los pacientes se vienen agresivos bajos los efectos de las drogas y el alcohol.

Para el Dr. Antonio Martín Álvarez, con 69 años, jubilado actualmente de la profesión, explica que el día en urgencias ‘’varia’’ ya que el médico debe hacerse cargo de diferentes patologías. En sus años como ‘’medico de puerta’’ (actual médico de urgencias) él junto al resto del personal de urgencias debían identificar el estado de gravedad (clasificación en niveles) de cada paciente. En un primer nivel se encuentran los pacientes en estado muy grave. Estos requieren atención inmediata por parte del personal de urgencias y por ello son la primera prioridad. Como segundo nivel vienen los pacientes graves que se les atiende de forma rápida. A partir del tercer al cuarto nivel se clasifican a los pacientes como ‘’no graves’’ y se diferencian en los límites de tiempo en los que serán atendidos. En el tercer nivel se encuentran los pacientes no graves. Estos se diferencian con el resto respecto al tiempo en el que serán atendidos. El tiempo de espera será de menos de dos horas. En un cuarto nivel se encuentran los pacientes no graves. Estos tienen un límite de espera de menos de tres horas. En el cuarto y último nivel de pacientes no graves, el tiempo de espera será de menos de cuatro horas.

Las clasificaciones que se hacen sobre los pacientes varían dependiendo del estado de los enfermos y de los recursos del centro de salud o hospital donde acuden los pacientes. Magaña Remón, es de los muchos médicos de urgencias que opinan que ‘’la gente va a urgencias por nada en vez de ir al médico de cabecera’’. Las prisas y el tiempo y el espacio son tan limitados que muchos pacientes se quejan por cosas que podrían ser tratadas por un médico de planta sin problema.

Aquella sala silenciosa

 Dra. María Isabel Martiño
Algo que suelen tener todas las áreas de urgencias de los hospitales son las salas de espera. Una sala, que se rodea de sillas, de un solo baño, de un teléfono y a veces si es posible de un televisor. Se perciben caras de dolor por un lado y de alegría cuando se oye desde lejos un niño llorar y que ha llegado al mundo. Ese clima de dolor y de alegría se mezcla entre los familiares que esperan noticias del que ha ingresado. Lo que tienen en común los que sienten dolor y los que no es que al que esperan está a allí adentro donde no todos pueden entrar sin la debida autorización del médico o de alguien que forme parte del personal de urgencias. Es tanto el silencio que las pequeñas conversaciones en tono bajo se interrumpen cuando entra un medico o un enfermo y llama a alguien o cuando suena aquel teléfono. El teléfono, suena y se calla gracias a que algún miembro de la sala le contesta para informar en voz alta el nombre de los que están sentados en la sala de espera. Mientras los demás entre ellos siguen contándose sus vidas ante los demás, el que había contestado el teléfono ya no estaba y por ello debía ser reemplazado por otro miembro de aquella sala. Todos se distraían mediante la palabra, el móvil o el silencio. 

BIC, aquel boli que salvo una vida

Los bolígrafos no solo son utilizados por los médicos para escribir esas indescifrables recetas que solo suelen entender el médico y el farmacéutico. El boli, pluma, lapicero de toda la vida con el que escribimos cartas, recetas de cocina o tomamos apuntes, nos puede salvar la vida. ¿Cómo? Es la gran pregunta.

El Dr. Miguel Ángel Magaña, en uno de sus días normales en el hospital de Zaragoza, entró en el ascensor el que trasladaban al enfermo de forma prematura a determinada sección del hospital. Magaña, en el trayecto del ascensor se percató que el paciente se estaba poniendo morado y que por ello mostraba síntomas de ‘’caída de lengua’’ o ahogamiento.

En aquel momento, Miguel revisó con rapidez sus bolsillos y en ellos encontró dos objetos imprescindibles para salvarle la vida a este paciente: Unas tijeras y un ‘’bolígrafo BIC’’. La reacción del profesional fue inmediata ya que procedió a abrirle un orificio en la tráquea (traqueotomía) con las tijeras. Después, retiró la tinta del boli y la insertó en la tráquea del enfermo.

La relación médico-paciente y el papel de las emociones

Los profesionales que se encuentran en el personal de urgencias llevan la dura tarea de no solo sacar adelante al enfermo, sino también el cómo decirle la verdad a él y a todo el resto de la familia. El personal de urgencias realiza cursos para mejorar el control de las emociones y de aprender a controlar cuales son las emociones que debe emplear en su trabajo y cuales con las emociones personales. ‘’El médico tiene que transmitirle al paciente y a la familia la verdad’’, afirma de esta manera el doctor Miguel Ángel, quien a veces está de acuerdo de ‘’mentir piadosamente’’ a algunos pacientes mayores pero de decirle a la familia toda la verdad posible. Pero con un tono esperanzador Miguel Ángel siempre deja la puerta abierta porque según él ‘’el paciente puede remontar’’.

El personal de urgencias debe de tener ‘’tranquilidad y sangre fría’’ como lo afirma María Isabel. Tanto Antonio, Daniel, María Isabel y Carmen Rico, al entrar por primera vez en urgencias y al empezar a comunicar malas noticias de los pacientes que trataban a diario sentían esa sensación de miedo. Un miedo que poco a poco se va superando mientras ‘’ te enfrentas a situaciones que las carrera no te prepara. Te prepara la experiencia’’ como lo comenta Carmen. Magaña Remón, opina que ‘’si algunos pasaran por urgencias probablemente dejarían la carrera’’, esto quiere decir que además de los momentos de satisfacción que tiene el médico, por otra parte se puede llegar a sufrir debido a que un medico pierda a un paciente y sobre todo a un niño. Lo que más le angustia a Carmen Rodríguez, es ‘’la enfermedad y la muerte de un niño’’.

La muerte de un niño es pues para muchos médicos ‘’el punto más dramático de una urgencia’’. Son muchos los casos que olvidar la muerte de un niño ni con el paso de los años se logra hacer. Antonio, Miguel Ángel, Daniel y Pedro han sido algunos de los médicos que han tenido en sus brazos a niños que no han logrado sobrevivir y que hasta estos días.

Por otro lado, es fundamental que un médico de urgencias ‘’aparte su vida privada del trabajo’’, ya que el paciente no tiene la culpa de los problemas que tenga el médico en su vida personal. María Isabel, evita implicarse emocionalmente con los pacientes ya que lo que debe hacer el médico es mantenerse firme y seguro.

Urgencias. Aquel lugar donde cada día es diferente. Donde cada paciente que ingresa y se pone en manos de un profesional busca salir adelante y busca llegar abrir aquella puerta que muchos la dan por cerrada. El personal de urgencias no es uno más del hospital, es el que como dice Muñoz ‘’el aérea que más pacientes recibe’’, es un órgano fundamental que debe tener gente experimentada y que su trabajo se vea reconocido.

(Daniel Velasco Calero)

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